Cosas que me pasaron:
Fui a tomar unas cervezas sola, en una ciudad que no es la mía.
La disfruté mucho. A la soledad, digo. (Incluso tanto como a las cervezas).
Es que cuando voy a bares sola en MI ciudad, al disfrute lo opaca la incomodidad de “ah, tan rara eres que sales a tomar cerveza sola”.
Nada más incómodo que una mujer sola en un bar.
Y es que lo pienso de mi misma porque lo he escuchado muchas veces. Una colega una vez dijo algo que me causó mucha gracia, sobre que las mujeres que van solas a bares “o están locas, o buscan rollo, o las dos cosas juntas.”
Recuerdo que de verdad me dio risa pero también algo muy parecido a la CULPA de pensar: “ok, ¿yo que soy de todo eso? ¿estoy loca o busco rollo o las dos juntas?” porque definitivamente soy alguien que gusta MUCHO de ir sola a bares (pero también de ir sola al cine, de ir sola a comer, de ir sola a conciertos y sobre todo de viajar sola).
Hay cierto estigma en la soledad en general, vista de afuera. Pero si se trata de una mujer, más aún. Si eres mujer y estás sola (en un bar o en la vida) algo raro debes tener.
“Fláneuse” de Lauren Elkin (en España editado por Malpaso), es un ensayo fantástico sobre algo tan simple como: “mujeres que deambulan solas por ciudades”. La autora parte de que en francés hay una palabra para definir (y en cierta forma enaltecer) al hombre que pasea sin rumbo (flaneur), pero no a la mujer. Y que no exista una palabra, significa que no existe el objeto. O bien, que no debería existir.
Como menciona Elkin, a lo largo de la historia, “una mujer que deambula sola, califica como imprudente”. Y por lo tanto, incomoda. Y por lo tanto, deducimos que: o está loca, o está buscando rollo, o las dos cosas juntas.
Trabajo de estar rodeada de gente y rodeada de cerveza. Poder ir sola, al final del día, a disfrutar de una buena pinta, es una conquista personal que merezco disfrutar. Y fijaos que no hablé en ningún momento de no poder hacerlo por gente que se acerca a hablarme, ni nada. El peor demonio está dentro y es esa culpa de flaneuse deambuladora, que me dice que no tendría que estar ahí. Que algo raro debo tener.
Desde este escrito lo reconozco y a ver si lo exorcizo.
Cervezas que me he tomado:
Ya que estamos, esto es lo que probé en el bar al que fui sola hace un par de noches y desde donde surgió toda esta reflexión:
- Amber Ale e Imperial Stout de Lagavach, cerveza hecha en Granada por Rafha, francés erradicado en Andalucía (este sábado inaugura nueva fábrica, luego de años elaborando como nómada). Las dos cervezas eran lo que voy a buscar en este tipo de estilos: reconfortantes. Como el gusto de que este buen proyecto haya aterrizado aquí.
- Lapsang Souchong Infused de Oud Beersel. Gusto personal pero: todo lo que es especias, dámelo siempre. Y si es especias en ácidas, más. Y si hay ahumado: me caso. En esta de las muchas lambic infusionadas que está haciendo Oud Beersel, me quedé un poco sorprendida por la intensidad del ahumado y me negaba a creer que el té fuera tan potente. Como estoy en tierra de especias logré encontrar el té en cuestión y les juro que deja la cocina entera con olor a chimenea. Magia en hebras.
- La Braupakt de Weihenstephan y St Bernardus, que donde la vea me la pediré siempre, de aquí hasta que desaparezca, aunque me hayan dicho varias gentes “no tiene ninguna gracia”. Pero qué gracia se supone que tiene que tener, hombre. Es una buena birra, redonda, hecha por gente de bien. Disfrute y deje disfrutar. Mi soledad se vio un poco interrumpida en este momento, por una pica con el muchacho de la barra, que me decía que a él le prevalecía el “perfil st bernardus” y en mi opinión, lo hace weihenstephan. Nos pusimos a degustarla intercalado con la hefeweissbier y la tripel de st bernardus (bernadette, para los amigos). Así, como dos idiotas. Por suerte llegamos a la poco idiota conclusión de que no habría conclusión. (Menos de mi lado, cuatro copas después). Buenas noches y buena suerte.
Y a vosotros/ustedes: buena semana.
Siempre me ha gustado la gente que va sola a un bar. Independientemente de su género. Siempre hay una historia interesante detrás de alguien que lo hace.
Está loca, busca rollo o escribe substacks. La soledad seguirá bastante estigmatitzada, la mujer bebedora también (por desgracia en ambos casos). No es justo y hay que lucharlo desde el firmware que cada uno lleva chipeado dentro, bien instalado en el encéfalo. Como dice Birraire, hay muchas historias interesantes tras muchos y muchas que salimos a echar una pinta en soledad o en compañía de un libro o una pluma. Que por muchos años lo podamos seguir haciendo y seguir leyndo reflexiones.