Este no es otro texto de 8M que busca reivindicar a la mujer en el sector.
Sobre eso, ya hay mucho escrito.
Yo misma, escribí en este resumen del año pasado sobre Gisele Pellicot. Escribí también este otro artículo sobre eso de que que “a las mujeres no les gusta tanto la cerveza”. Y dije cosas también aquí, sobre el estigma de ir como mujer a beber sola a un bar.
Este es un texto sobre que tengo 34 años y me estoy dando cuenta de que debí tener más feminismo en mi vida.
Trabajé quince años en publicidad. Vendí pastillas contra el dolor de la regla, vendí maquillaje, vendí tratamientos para el cabello, vendí fórmula para bebés, vendí ropa y vendí perfumería. Estudié y re-estudié el mercado femenino mil veces. Creí entender lo que las mujeres querían mil veces. Pero nunca me puse a pensar si detrás de lo que las mujeres queremos, no habría cosas que no nos animamos a pedir (o peor, a desear).
Hoy lo estoy empezando a entender, a través de estudiar y re-estudiar el mercado de la cerveza.
Si vemos la oferta y vemos los datos de consumo, no parecemos ser un público relevante. Y lo grave no es que no nos dan lo que queremos. Lo grave es que no lo pedimos.
Consecuencia, normal, de siglos y siglos donde a las madres de las madres de nuestras madres no se les permitía beber, porque, por ejemplo, se las dejaba fuera de los simposios a Dionisio , tomando zumo de fruta, mientras los muchachos sí que bebían vino muy tranquilamente (no sea cosa que ellas se pusieran histéricas e hicieran locuras como bailar, elevar la voz o ¡quedar embarazadas!).
Siempre digo que si quieres conocer la historia de una sociedad debes ir a los museos, pero si quieres conocer su cultura, debes a los bares. Bien: lo mismo con las mujeres. Si quieres ver cómo una sociedad en particular trata a las mujeres, fijate qué bebidas beben o bebian las mujeres en distintos momentos de la historia.
- Siempre que hablamos de los inicios de la historia de la cerveza, hablamos de diosas. Ninkasi, Ceres, you know them. También solemos hablar de ese bendito código Hammurabi, donde el himno que cantaban las mujeres mientras elaboraban cerveza es considerada hoy la primera receta escrita. Olvidamos mencionar, sin embargo, que ese código también estipuló por primera vez las primeras bases del patriarcado, porque determinó que cada mujer era propiedad de su marido o de su padre. Si se las dejaba elaborar cerveza, es porque bajo control las mujeres eran “puras”, entonces se las permitía estar cerca de lo místico. Para estar en la historia no se puede ser una mujer normal. Tienes que ser una diosa, una cosa que casi no existe (Igual cuidado, que si Dios hubiera querido que fueramos invisibles, no nos hubiera dado ojos, boca ni oídos, como dice la monja de “Conclave”).
- Cleopatra es otro de esos íconos que nos gusta tener como referentes. Hermosa como Elizabeth Taylor, ingeniosa, poderosa y sexy. Bueno, y según los romanos: peligrosa. Y es que a la historia la escribieron hombres que tuvieron que explicar por qué otros hombres perdieron poder ante una mujer, así que hubo que justificar que Cleopatra tenía una belleza que no era de este mundo y que, además, se ve que le gustaba mucho beber y emborrachar a pobres inocentes para que tomaran malas decisiones bajo su encanto. Aw.
- Hildegarda de Bingen es otro caso. Que elaboró los primeros estudios sobre el lúpulo, sí. Que era una genia en mil disciplinas, también. Vamos, que era una mujer excepcional. Por eso podemos dejarla en los libros de historia. No una mujer normal. Normales eran las alewives de la edad media que con la entrada del lúpulo en la historia (y los avances que significó esto para el comercio de la cerveza) perdieron poder económico y social, ya que como todo, cuando la cerveza pasó de ser una elaboración artesanal a ser un producto, entonces tuvo que pasar a mano del poder: es decir, a manos de los hombres.
- India. 300 dC. Beber era solo cosa de las mujeres de clase baja. Las mujeres de clase alta lo tenían prohibido. Se decía, de hecho, que el Dios Brahama (hoy nombre de una marca de cerveza sudamericana) castigaría a la mujer que bebiera alcohol con la pena de (atención) separarla de su marido EN LA SIGUIENTE VIDA.
- China. La dinastía Tang es hoy considerada la “era dorada de las mujeres” (entorno al 600/900 dC). Aunque no podamos creerlo hoy, en esta sociedad, en este fragmento de la historia, la mujer borracha era algo atractivo. De hecho, tendían ellas a pintarse de rosa las mejillas (como podemos ver en muchas pinturas sobre la época) para resaltar el rojo de ebriedad. El primer sake que existió era fabricado por mujeres que masticaban el arroz que luego fermentaría (claramente, igual que los sumerios, el alccohol era cosa de diosas así que solo bellas mujeres jóvenes y puras se encargaban de su elaboración). ¿Y qué pasó con este mundo ideal? Lo de siempre. Para el siglo 14, se empezó a desconfiar del poder comercial que estas mujeres estaban ganando, por lo que se recurrió a crear el rumor de que “la diosa del sake estaba celosa de sus doncellas” y la elaboración pasó a manos de alguien menos peligroso: (adivinaste, sisi, ellos).
- Año 1500. Londres. Aparecían los primeros pubs. Negocios gestionados por hombres, claro. Los pocos, poquísimos, que tenían una mujer a cargo eran considerados riesgosos, porque los sitios con alcohol se consideraban sitios violentos, así que si en un pub ocurrían “salvajismos”, la culpa era del dueño por no mantener a raya a la gente. Imaginaros cuántas mujeres podrían haber tenido acceso a poseer un pub, si apenas eran permitidas en ellos. Si iban, arriesgaban su reputación. (Me asusta lo actual que sigue sonando este prejuicio).
- 1692, Estados Unidos. Del otro lado del continente las cosas eran bastante parecidas. La primera mujer que murió en Salem, fue una tabernera. ¿Lo sabías? Se llamaba Sarah Osborne y operaba “The Ship”, el mejor bar de la ciudad. Después de una discusión con sus suegros sobre quién debía recibir más ganancia de la venta de cerveza, se la acusó de bruja histérica. Falleció en la carcel.
- 1920. Ley Seca. Aquí sí que ya fue todo distinto. ¿O no? Gustamos de presumir cuánto bebían alcohol aquellas mujeres americanas. Las flappers son ese emblema de mujer que bebe, fuma y baila libremente. Qué casualidad, que las mujeres fueran libres de beber en público, justo en la época en que NADIE podía beber en público. Una mujer bebiendo era solo una consecuencia más del desacato mayor que conllevaba la adrenalina del contrabando. Y sino, fijaros qué pasó cuando terminó la prohibición. ¿Quienes instauraron el auge de latas de light lagers y los cocktails para preparar en casa?: las amas de casa que no tuvieron otra opción que volver a beber en el ámbito privado.
Es 8M otra vez. Escribo esto mientras afuera, bajo la lluvia, marchan miles de mujeres. Voy camino a unirme, no sin antes haber pensado, escrito y enviado esto.
Viendo tantos hechos que nos trajeron hasta este momento (hasta lo que somos, lo que queremos y lo que deseamos), no puedo evitar pensar que soy consecuencia del lugar que la mujer tuvo en la historia, pero también soy responsable del que tenemos hoy y tendrán otras mañana. Debí tener más feminismo en mi vida. Debo tener más feminismo en mi vida. Debo ser mejor hija, mejor hermana, mejor compañera de trabajo, mejor amiga, mejor desconocida.
Mi deseo este 8M es ponerme al día. Desde donde puedo y desde donde me toca.
Y si es desde mi lugar perteneciendo a la industria del alcohol, mejor. Que todo bien con Ninkasi, pero lo único más poderoso que una diosa que hace cerveza, es una mujer normal que la bebe.